2. Gracias por tener que correr. Me vi forzada, al quedarme repentinamente sin transporte (estaba siendo utilizado para llevar a mi hermana), a correr para no llegar tarde a clases. Y déjame decirte que puede que haya sido el sentimiento más liberador que haya sentido en un tiempo. Hace unas semanas que no corría. Sentir mi corazón latir, el peso de mis pisadas y el viento fresco de una tarde que tienta el invierno, me despertó del estupor de lo mundano.
martes, 24 de mayo de 2011
24/05/11
1. Gracias por haber visto al niño que estaba parado en la esquina sonreir, cuando le dí una leche chocolatada. Después de haber estado pensando todo el día acerca de cómo conseguir la felicidad, qué tan vacíos podemos llegar a estar los humanos, qué tan ciegos, también, estamos en frente a la búsqueda de la felicidad... Ese niño, en una fracción de segundo me hizo recordar que no tiene que ser tan difícil. Y, que, ayudar es la forma más efectiva de mejorar nuestra familia, sociedad y porqué no, el mundo. El que recibe la ayuda se siente agradecido pero el que da no puede resistirse a ese sentimientecito calientito dentro de uno.
2. Gracias por tener que correr. Me vi forzada, al quedarme repentinamente sin transporte (estaba siendo utilizado para llevar a mi hermana), a correr para no llegar tarde a clases. Y déjame decirte que puede que haya sido el sentimiento más liberador que haya sentido en un tiempo. Hace unas semanas que no corría. Sentir mi corazón latir, el peso de mis pisadas y el viento fresco de una tarde que tienta el invierno, me despertó del estupor de lo mundano.
3. Gracias porque en la tarde-noche, mi chico señaló que viera cómo dos señores, sentados en una veredita, jugaban damas en un pedazo de cartón pintado con crayola verde y chapitas de coca cola vs. chapitas de inka kola. Qué tal ingenio peruano! Realmente me alegra ver cosas así de únicas.
2. Gracias por tener que correr. Me vi forzada, al quedarme repentinamente sin transporte (estaba siendo utilizado para llevar a mi hermana), a correr para no llegar tarde a clases. Y déjame decirte que puede que haya sido el sentimiento más liberador que haya sentido en un tiempo. Hace unas semanas que no corría. Sentir mi corazón latir, el peso de mis pisadas y el viento fresco de una tarde que tienta el invierno, me despertó del estupor de lo mundano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario